Libro revela la vida de 7 naturalistas chilenos olvidados que sumaron a la ciencia mundial

Siete naturalistas chilenos pioneros, algunos olvidados e incluso uno que superó a Charles Darwin en hallazgos, son los protagonistas de ‘Descifrar la naturaleza’ (Planeta, 2025), el libro de Bárbara Tupper Baldwin que destaca el legado fundamental de estos exploradores sudamericanos a la biodiversidad y las políticas de conservación global.

“Prácticamente no hay escrito ni dos líneas” sobre algunas de estas figuras, comenta Tupper en una entrevista a EFE, destacando su intención inicial de hacer de su libro un ejercicio de “memoria y agradecimiento”.

Los perfiles de estos científicos revelan su impulso por la curiosidad, que transformó su vocación en un modo de vida que dio origen a historias “muy interesantes y algunas muy duras”, señala.

También puedes leer: Putin recrimina a Rutte preparativos de la OTAN cuando Rusia ya no es «enemigo» para EEUU

Uno de los casos emblemáticos es el de Luis Peña (1921-1995), el entomólogo más importante de la historia de Chile, quien ni siquiera terminó el colegio. “Todo lo que dejó ha sentado las bases para las investigaciones futuras,” afirma Tupper.

La voracidad de Peña como investigador lo llevó a descubrir casi dos mil especies de insectos no descritos para la ciencia, de los cuales aproximadamente 400 llevan su nombre superando, según la autora, al propio Darwin, quien tiene cerca de 300 entre flora y fauna.

Chile, un país mundialmente reconocido y visitado por su impresionante naturaleza, debe sus Parques Nacionales y áreas protegidas, en parte, al trabajo del conservacionista Jürgen Rottmann (1941), cuya vida simple es recolectada en esta obra, así como su labor en el documentalismo, que le valió el apodo de ‘David Attenborough de Chile’.

Las caracolas de Neruda  

Entre los siete naturalistas hay tres mujeres, cuyos relatos visibiliza su ardua lucha en un campo históricamente dominado por hombres siendo una de las pioneras María Codoceo (1909-1998), quien siempre recibió escaso reconocimiento.

La herpetóloga realizó descubrimientos fundamentales sobre el cambio de color de las lagartijas, trabajó sin remuneración en el Museo de Historia Natural chileno, a diferencia de sus pares hombres, y fue ella quien, con su clasificación, convirtió en tesoro la colección de caracolas del poeta y Premio Nobel chileno Pablo Neruda.

“Tú buscas el nombre de María y no figura relacionada a la colección de conchas de Neruda y no se puede entender, la clasificación se demoró años”, afirma Tupper.

Junto a Codoceo está la historia de la botánica Adriana Hoffmann (1940-2022), responsable de la descripción de más de 100 especies de cactus y quien elaboró la primera guía de flora con más de 70 tipos de orquídeas. Además, reveló el secreto del famoso “desierto florido” en Atacama, al norte del país austral.

También la de Giuliana Furci (1978), una de las voces más importantes de la funga y creadora de la primera fundación dedicada a los hongos en el planeta, que además de su descubrimiento de nuevas especies consiguió que Chile sea el primer país del mundo en incluirlos en sus leyes de protección ambiental.

Un legado humano y científico

“El gran hallazgo, viendo todas estas vidas, es el trabajo solitario y lo que implica la labor científica en condiciones súper difíciles, ese nivel de pasión y de amor por lo que hacen para vivir una pellejería (precariedad) económica importante y poner de su propio dinero para llegar a conclusiones que nos aportan a todos”, explica Tupper.

Como la del biólogo Juan Carlos Castilla (1940), máximo estudioso de moluscos como el ‘loco’ y primer latinoamericano en obtener en 2024 el Eminent Ecological Award -el mayor reconocimiento mundial en ecología-, la contribución científica está estrechamente relacionada con el ser humano.

La “visión integradora”, rescata la escritora, lo llevó a la creación de las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB), un sistema que integra a los pescadores en la protección de recursos para asegurar su sustentabilidad a largo plazo.

Para Tupper vidas como la de Guillermo Mann (1919-1967), descubridor del ‘vampiro chileno’ y cuya investigación de mamíferos contribuyó a identificarlos como reservorios del mal de Chagas –aportando comprensión a la epidemiología de la enfermedad en la región andina suramericana–, traspasan la “necesidad de proteger”.

“Estamos en un momento muy bisagra de la humanidad en relación con los temas ambientales,” reflexiona Tupper, quien desea que su libro “ojalá tenga alguna repercusión”.

Autor: EFE

Fuente: deultimominuto.net

Por

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *